Solo pienso en la confianza cuando me paro a pensar. No ocurre a menudo durante la temporada. La apretada agenda de Grandes Premios y test, así como los fines de semana de carrera y los entrenamientos dejan poco tiempo para hacer balance y para mirar en tu interior y a tu alrededor. Pero a veces me encuentro solo, por ejemplo, cuando salgo a gozar de mi segunda pasión, quizás tan grande como la moto: la bicicleta. Así que allí, pedaleando a través de las cumbres de los Pirineos, repaso mi carrera llegando hasta los últimos años.
No puedo pedir más como hombre, tengo una familia maravillosa y una vida perfecta, pero como piloto todavía tengo grandes objetivos y su cumplimiento se basa, también, en la confianza. Llevo diez temporadas compitiendo en MotoGP™ pero nunca me había sentido parte de un proyecto ambicioso y creo que soy una pieza fundamental en un desafío que cuenta con todos los elementos para ser exitoso.
De Noale al podio, acompañado por esta familia que es mucho más que un equipo del Campeonato del Mundo. La gente que me rodea en esta aventura, en mi trabajo, vive al máximo la pasión cada día. La confianza es mutua, y esta es la mayor ayuda, especialmente cuando las cosas no salen como deberían.
Mi confianza es plena en un proyecto que comienza desde lejos, no tiene prisa por quemar etapas y mejora constantemente cada año fruto de una tradición que supone un ejemplo para muchos de nuestros rivales. Sigo al pie de la letra las palabras de Romano (Albesiano). En él, por supuesto, tengo una gran confianza. Confío muchísimo en la nueva estructura dirigida por Massimo Rivola, un hombre con décadas de experiencia en motores que, desde sus primeros pasos en Aprilia, ha interpretado el papel de guía de una manera ejemplar. En un jefe de equipo como Fausto (Gresini), apasionado, experimentado y exitoso, tampoco se puede evitar tener confianza.
Y luego, confías en los que trabajan contigo, en cualquiera, algo que en el deporte profesional lo es todo. Si se perdiera eso, las relaciones se debilitarían y todos pensarían individualmente. Sería el fin de nuestra fortaleza. No hace falta decir que en nuestro caso el impacto del constructor es menor que en los equipos oficiales y no solamente los japoneses. Somos más pequeños, pero con una gran fuerza colectiva y mucha confianza en que Aprilia lo logrará. Creo en ello y en todo momento, tanto en el box como en la pista, pongo todo lo que tengo para reforzar nuestra forma de ser.
No lo niego, las identidades son importantes para mí. La nuestra, me refiero a la de Aprilia, es fuerte y está muy arraigada. Admito que llevar la bandera italiana en el carenado de mi moto tiene un efecto extraño en mí. Es bonito. Vivo intensamente esta forma de sentirme parte de un país, de una nación, representándola y haciendo que sea reconocida en el mundo por sus colores. Competir y pilotar con total confianza como lo hacen en Italia, en Noale, en la fábrica, en nuestro departamento de carreras, es lo que me da la tranquilidad necesaria para dar todo y mucho más desde la salida hasta la bandera a cuadros. Y pensando también en la gran historia de Aprilia, en las victorias y los títulos del pasado, la confianza en el trabajo de quienes me acompañan se renueva cada día.