This is MotoGP™: El esfuerzo, visto por Lorenzo

El tricampeón mundial de MotoGP™ analiza episodios clave de su trayectoria a las puertas de iniciar su primera temporada con Repsol Honda

Han pasado ya casi treinta años desde que inicié mi aventura en el mundo de las motos. Tres décadas dan para mucho. A lo largo de todo este tiempo la filosofía del esfuerzo ha sido una de las piedras angulares de mi carrera. El éxito y la dedicación van de la mano de forma innegociable y nunca me he planteado romper ese binomio. Para alcanzar la gloria hay que saber sufrir y esforzarte al máximo es un peaje imprescindible para conseguir tus objetivos.

Tenía apenas tres años cuando mi padre me enseñó el camino y, poco tiempo después, para empezar a ganar en la Copa Aprilia tuve que aprender a renunciar a muchos caprichos propios de un niño de aquella edad. Era solo el principio de una carrera de obstáculos que aprendí a sortear para labrarme un hueco entre los mejores. En las horas más bajas, como al sufrir un fuerte accidente con 14 años, tuve que apretar los dientes para no tirar la toalla. Estaba dispuesto a pagar cualquier precio para lograr mi sueño: ser campeón del Mundo.

Medirme con pilotos de la talla de Pedrosa o Stoner en 125 cc me permitió evolucionar muy rápido y las caídas en mi primer año en 250 cc me obligaron a madurar a nivel mental. Siempre me había sentido muy seguro, pero empezaba a ser consciente del riesgo de las lesiones. Fue entonces cuando decidí apuntalar mi preparación y, al margen de vaciarme a nivel físico, decidí empezar a trabajar también a nivel psicológico. Todo esfuerzo era poco. Los resultados fueron casi inmediatos. Poco después pude saborear mis dos primeros títulos mundiales de la mano de Aprilia.

Y llegó el salto a MotoGP™. La recompensa a tanto trabajo ya estaba ahí, pero no estaba dispuesto a conformarme con ello. Era plenamente consciente del reto que suponía compartir equipo con Valentino, pero ese desafío y saber que tenía que llevarme al límite una vez más, era todo un regalo para mi competitividad. Quizá, como ya he dicho en alguna ocasión, ese punto de inconsciencia de la juventud me dio alas, aunque las caídas del primer año amagaron con cortármelas. Tuve que prepararme más a fondo que nunca para la categoría más exigente. Y los resultados no tardaron en llegar. Dos años más tarde ya era campeón.

La fortaleza a nivel mental y un trabajo exhaustivo con mi equipo me permitieron perder la corona mundial y recuperarla hasta en dos ocasiones. Nueve temporadas en Yamaha habían dado para mucho y entonces llegó el momento de unirme a Ducati. Tuve que reinventarme para ser competitivo con la Desmosedici. El reto me resultaba apasionante y logré adaptarme a sus características a costa de moldear mi estilo de pilotaje. Para ello, invertí mucho tiempo y un enorme esfuerzo. Los resultados tardaron en llegar y la frustración amagaba con rondarme la mente. El año pasado, de hecho, fue duro y atravesé por un periodo de inestabilidad emocional. Podía haber tirado la toalla, pero eso no va conmigo. Jamás. Más de uno quiso enterrarme, pero el destino me deparaba una oportunidad soñada.

Fichar por Honda ha supuesto una inyección brutal de motivación. Estoy convencido de que, a través de mi mentalidad, ambición y sacrificio, puedo ser muy competitivo con la RC213V. Pelear con Marc es un desafío para cualquier piloto y, a estas alturas de mi carrera, supone un estímulo brutal. Perseverar es el camino. He tenido una pretemporada atípica debido a la lesión en la muñeca, pero hay tiempo de maniobra suficiente para soñar. Paso a paso. Hasta el momento, soy el único piloto que ha logrado ganarle un título a Marc. Nada es imposible y a base de esfuerzo quiero volver a demostrarlo.

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