Un regreso al tango

Nick Harris realiza un nostálgico repaso sobre la historia del Gran Premio argentino a través de su último blog

Se podría perdonar a alguien por pensar que el primer Gran Premio que se celebró lejos de Europa fue en Japón o Estados Unidos. Sin embargo, la primera carrera lejos del Viejo Continente se celebró el 15 de octubre de 1961 en Buenos Aires. El Campeonato del Mundo afrontaba su decimotercer año de existencia, pero ya empezaba a desplegar sus alas alrededor del mundo.

Han pasado 58 años de aquella primera cita y los gladiadores de la actualidad llegan al circuito de Termas de Río Hondo este fin de semana tras un primer GP de récord bajo los focos de Qatar. Sólo 15 segundos y 93 milésimas separaron a los primeros 15 pilotos que cruzaron la línea de meta, la diferencia más apretada en los 70 años de historia de los Grandes Premios. Las cosas han cambiado desde aquella primera carrera en Buenos Aires.

La primera gran diferencia fue que la carrera inaugural, que fue la última prueba del Campeonato de 1961, fue de 52 vueltas en una distancia global de 203 kilómetros. El argentino Jorge Kissling se impuso por 2,8 segundos a su compatriota Juan Carlos Salatino. Quizás no fueron las 23 milésimas que separaron a Dovizioso y Márquez en Qatar, pero no por ello es menos destacable después de más de 200 kilómetros de carrera. Tras los dos pilotos argentinos, la historia fue muy diferente, ya que el británico Frank Perris cruzó la línea de meta con su Norton diez vueltas después.

Dos años más tarde, en 1963, el Gran Premio de Argentina conoció a su primer ganador no local, con la victoria de Mike Hailwood. Tras esos primeros tres Grandes Premios, la competición no regresaría hasta 1982. Con la guerra de las Islas Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña a menos de una semana de distancia, tuve la suerte de presenciar una fantástica carrera antes de volver a casa el domingo por la noche, justo antes de que se declarara la guerra. Era la primera cita del Campeonato del Mundo y Honda volvió a escena con sus tres cilindros de dos tiempos. A la cabeza de su regreso se encontraba un joven estadounidense llamado Freddie Spencer.

Fue una carrera larga de 32 vueltas y al final solo 67 milésimas separaron a las Yamaha de los campeones mundiales Kenny Roberts y Barry Sheene. Spencer volvió a poner a Honda en la lucha con un tercer puesto a solo 1.37 segundos. Entonces se produjo una carrera frenética hacia el aeropuerto. Tres días después, todos los vuelos entre Gran Bretaña y Argentina llegaron a un abrupto final.

Me encantó la nueva sede de Termas de Río Hondo. Por supuesto, fue un dolor de cabeza: los escalones del centro de prensa estaban bastante destartalados y los mosquitos picaban, pero la pasión por MotoGP™ lo compensó todo.

Aficionados de toda Sudamérica llegaron a la plaza de la ciudad por la noche. Una moto con tres o cuatro ocupantes no era inusual, llegaron camionetas de todo el continente con muchos más pasajeros, las carretas de burros resultaron ser un medio de transporte más tranquilo y la música duró hasta el amanecer. Luego, en masa, la fiesta se trasladó al circuito a medida que el sol salía sobre el lago.

Las carreras de Grandes Premios habían regresado donde la aventura mundial había comenzado tantos años atrás.

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