Es el máximo reconocimiento a quien demuestra ser el mejor del mundo. No importa cuánto tiempo haya llevado lograrlo, ni - en algunos casos - qué artimañas se hayan intentado mientras unas normas complejas hacían que el veredicto final fuese difícil de definir. A veces, hasta cinco pilotos llegaban a la última ronda con opciones al título. Pero solo uno puede salir vencedor del caos.
En la última ronda del Campeonato del Mundo de Moto2 de este año en Valencia, el brasileño Diogo Moreira entró en el selecto club de campeones tras una temporada maratoniana para él y su equipo.
Cuando el legendario John Surtees ganó el Campeonato del Mundo de 500cc en 1959, solo necesitó 41 días y cuatro Grandes Premios para ser coronado en un campeonato de siete rondas. El camino de Moreira fue muy diferente, y muchísimo más largo: veintidós Grandes Premios a lo largo de 257 días y cinco continentes. A sus 21 años, se ganó de todas las maneras posibles el honor de convertirse en el primer brasileño Campeón del Mundo de Grandes Premios.
Surtees ni siquiera tuvo que salir de Europa. Sus cuatro victorias llegaron en Francia, la Isla de Man, Alemania Occidental y Países Bajos.
Aunque este año el calendario con 22 Grandes Premios es el más extenso en número de carreras en los 77 años de historia de MotoGP, sorprendentemente no es el más largo en duración. En 1964, la temporada empezó el 2 de febrero en el Daytona International Speedway, en Estados Unidos, y terminó el 1 de noviembre en Suzuka, Japón. Hubo 12 Grandes Premios en ese periodo, aunque la categoría de 500cc no participó en la última prueba en Japón.
En el pasado, descubrir quién era realmente el Campeón del Mundo resultaba casi tan complicado como correr la propia carrera o informar sobre ella. En 1967, los grandes rivales Mike Hailwood y Phil Read llegaron empatados a puntos a la última ronda del campeonato de 250cc en el circuito de Fisco, en Fuji (Japón). Ninguno de los dos terminó la carrera, ganada por Ralph Bryans, y entonces empezó la confusión: dos de las principales publicaciones europeas anunciaron campeones distintos. 'Motor Cycle News' proclamó a Hailwood como Campeón del Mundo; 'Motor Cycling', por su parte, celebró el título de Read. Ese año se habían introducido nuevas normas que aún no habían sido traducidas del francés. Una vez traducidas y revisadas, quedó claro que 'Motor Cycle News' tenía razón: Hailwood fue el campeón oficial porque ganó cinco Grandes Premios, por cuatro de Read.
Read ya estaba acostumbrado a finales controvertidos, pero nada se comparó con 1968. Honda había abandonado los Grandes Premios y Yamaha dominaba las categorías pequeñas. Al iniciar la temporada, Yamaha y sus dos pilotos - Read y Bill Ivy, Campeón de 125cc - acordaron que Read ganaría el título de 125cc e Ivy el de 250. Todo parecía ir según lo previsto, como confirmaron las carreras del TT de la Isla de Man. Ivy lideraba cómodamente la prueba de 125cc con la espectacular Yamaha tetracilíndrica de dos tiempos, y se paró en la última vuelta para dejar ganar a Read, tal y como se había pactado. Ivy ganó luego la carrera de 250cc, pero, a medida que avanzaba la temporada, Read decidió ignorar el acuerdo y seguir su propio plan.
Tras asegurar el título de 125cc en Brno, Read se lanzó a por el de 250cc. Ganó la siguiente prueba en Finlandia, Ivy respondió venciendo en Ulster, y todo quedó preparado para un enfrentamiento final en Monza, después de que se cancelara la última ronda prevista en Japón. El ganador se llevaba el título. Read se mantuvo firme, ganó la carrera por delante de Ivy y se llevó su tercer título de 250cc. Pero, como era habitual en la época, nada fue sencillo: ambos terminaron empatados a puntos y con cinco victorias cada uno. El campeonato se decidió por los tiempos acumulados en las carreras en las que ambos habían finalizado.
Ivy quedó devastado por lo ocurrido y abandonó el motociclismo para intentar una carrera en automovilismo. Necesitaba financiar el cambio y la única manera era volver a competir sobre dos ruedas, usando su enorme talento. Regresó pilotando la Jawa tetracilíndrica de 350 cc. Pero Bill Ivy perdió la vida tras sufrir un accidente en los entrenamientos del Gran Premio de Alemania Oriental de 1969, en el Sachsenring.
Phil Read volvió a aparecer en otro final de infarto, aunque muy distinto. En 1971, cinco pilotos llegaron con opciones al título de 250cc a la última ronda en Jarama: Read, Rod Gould, Jarno Saarinen, John Dodds y Dieter Braun. Los cinco tomaron la salida con posibilidades, pero una vez más Read salió vencedor. Su segundo puesto detrás de Saarinen fue suficiente para asegurar su cuarto título de 250cc.
El final más ajustado de la historia también llegó en la categoría de 250cc, en Phillip Island en el año 2000. El título se decidió por tan solo 14 milésimas. Los compañeros del Tech3 Yamaha, Shinya Nakano y Olivier Jacque, llegaron a Australia sabiendo que quien ganara la carrera - o quedara delante del otro - sería Campeón del Mundo. Sin cálculos complicados ni artimañas; simplemente, el ganador se lo llevaba todo. Fueron 25 vueltas extraordinarias de paciencia y confianza. Jacque demostró ambas - y algo más - mientras Nakano solo pudo esperar lo inevitable. Sucedió justo cuando la bandera a cuadros estaba a punto de ondear: por última vez, las dos Yamaha plateadas encararon la recta final. Nakano sabía lo que venía y no podía impedirlo. Jacque no había estado nunca a más de cinco metros de él, había ensayado el adelantamiento durante toda la carrera y esperó con sangre fría a ver la bandera para evitar cualquier contraataque. Al final, solo quedaba admirar la habilidad y paciencia del nuevo Campeón del Mundo y consolar al derrotado compañero.
Esta temporada, tres campeones muy merecidos han emergido en circunstancias muy distintas: Marc Márquez, Campeón del Mundo de MotoGP, protagonizando el mayor regreso de la historia del deporte; José Antonio Rueda, dominando Moto3 y arrasando sobre sus rivales; y Diogo Moreira, sentenciando el título de Moto2 antes de subir a MotoGP la próxima temporada, convirtiéndose además en el primer Campeón del Mundo brasileño. Los tres merecen ese máximo reconocimiento que solo reciben los verdaderos Campeones del Mundo.