A la carrera, a la amazona y 'remando'

El excomentarista de MotoGP™ Nick Harris repasa los antiguos métodos de salida del Mundial hasta el punto de inflexión de la temporada 1987

No hay ningún lugar mejor en el mundo que Le Mans para presenciar esa explosión de sonido y furia sin límites al comienzo de una carrera de MotoGP™. Resuena en esas legendarias tribunas que empequeñecen la recta de salida y de meta. Cuando están vacías, el ruido se amplifica aún más desde las terrazas. El pasado domingo no fue una excepción, cuando Jack Miller encabezó la estampida de poderosas máquinas de 300CV en la rápida curva de derecha previa a la chicane Dunlop. Antes todo sonaba muy diferente. Hasta hace 34 años, lo único que se escuchaba era el golpeteo de los pies sobre el asfalto cuando caía la bandera incluso en Le Mans.

En los primeros 38 años de los 73 de historia de los Grandes Premios, había que empezar la carrera empujando la moto para ponerla en marcha y prepararla para la batalla que se avecinaba. Desde las 50cc hasta las 500cc, e incluso los sidecars, era la única manera de sumarse a la lucha. Muchas carreras se frustraron porque un piloto empujaba, empujaba y empujaba para arrancar su moto mientras sus rivales desaparecían en el horizonte y se perdían de vista. Todo cambió en 1987, cuando finalmente se consolidó la 'clutch start' a partir del Gran Premio de Japón en Suzuka, la prueba inaugural del Campeonato del Mundo.

Fue un evento muy especial, no solo por las salidas con embrague. El primer Gran Premio de Japón en 20 años y, a título personal, la primera vez que fui a Japón y la primera vez que vi una máquina de fax en acción. En su momento, olvidé esos tres primeros recuerdos. Un fax que ahorraba horas de teclear los resultados completos hasta altas horas de la noche del domingo y que podía contener seis categorías diferentes y pasajeros de sidecar. ¡Era un milagro!

Randy Mamola ganó aquella primera carrera de 500cc con salidas de embrague, pero Randy lo sabía todo y había perfeccionado el arte de correr y empujar. El californiano ya había ganado diez Grandes Premios de 500cc antes del cambio. En la categoría de 500cc tenías que ser un 'side saddler' (montar a la amazona) o saltar en la salida. Los 'paddlers' (remeros) estaban reservados a la categoría ligera.

En las categorías de 50cc y más tarde de 80cc, y especialmente cuando los motores de dos tiempos tomaron el relevo, los pilotos se impulsaban desde la línea de salida sentados en la moto. 'Remaban' sin cesar con las dos piernas y esperaban a que el motor se pusiera en marcha mientras rezaban por tener suficiente velocidad para soltar el embrague. Era una apuesta que funcionaba la mayoría de las veces, aunque un error implicaba que el piloto tenía que saltar y empujar.

El método clásico de arranque, especialmente en la época de las cuatro tiempos en las categorías más grandes, era el 'side saddler', sentándose de lado en la moto. Los pilotos parecían más bien miembros de la realeza en un paseo a caballo por su finca sentados así de costado. Lo que ocurría cuando soltaban el embrague y el motor rugía era de todo menos plácido. Pasaban la pierna por encima del respaldo del sillín hasta las estriberas mientras desaparecían en el horizonte.

A los pilotos les encantaban las salidas cuesta abajo y en ningún sitio mejor que en Spa-Francorchamps, en Bélgica. Desde la línea de salida se descendía hacia la legendaria curva de Eau Rouge, al final de la colina. Casi todos hacían buenas salidas en Spa y ninguno mejor que el siete veces Campeón del Mundo Phil Read. Mi primer viaje a Spa fue en 1974 y Read hizo la salida perfecta con la MV Agusta de cuatro tiempos, mientras Giacomo Agostini lideraba el grupo perseguidor con la Yamaha de dos tiempos. Puede que Spa tuviera 14,100 km, pero poco más de cuatro minutos después oímos y vimos a Read correr a través del bosque de las Ardenas para completar su primera vuelta sin ningún otro piloto a la vista. Una salida y una carrera perfectas para Read, que superó a 'Ago' por unos increíbles 72 segundos para ganar la carrera y, finalmente, el título mundial.

Hasta 1987, el sonido del silencio era el único que indicaba que el Gran Premio había comenzado. Las salidas con embrague facilitaron la vida de los pilotos. Como todos los cambios, también tuvo sus desventajas. La tecnología moderna condena a cualquiera que se mueva un centímetro antes de que se apaguen las luces. En los días de empujar la moto, un pequeño paso antes de la caída de la bandera solía pasar desapercibido. Al fin y al cabo, había mucho que empujar por delante.