Tengo que admitir, a regañadientes, que los británicos podemos ser un poco paranoicos con el tiempo y Silverstone el año pasado fue la prueba de que tenemos todo el derecho a serlo. Estábamos hartos cada vez que llegábamos al Gran Premio de Gran Bretaña, ya fuera en Silverstone o en Donington, con las constantes y sarcásticas preguntas del resto del centro de prensa sobre el "terrible" clima británico, especialmente los españoles y los italianos, que parecían no entender que vivíamos en una isla en la que podía llover a cántaros.
Solíamos señalar que el tiempo en lugares como Assen, Sachsenring, Le Mans e, incluso, Qatar podía ser igual de variable. Nuestras protestas desaparecieron con la tormenta que inundó Silverstone y cuya superficie resultó ser incapaz de hacer frente a la gran cantidad de agua que caía del cielo y que provocó la cancelación de nuestro querido Gran Premio. Fue la primera vez en los 69 años de historia del Campeonato del Mundo que el tiempo causó la cancelación completa de un Gran Premio el día de la carrera. No tenía sentido tratar de discutir con esos italianos y españoles empapados y frustrados... Esta vez, el tiempo había ganado.
En el pasado, me había perdido días completos de entrenamientos y clasificación. Los días de carrera se han pospuesto, los programas de carrera y sus distancias se han acortado, pero siempre se había disputado la carrera, incluso en casos como en 2009 en Qatar, con un día de retraso. Los pilotos que se niegan a correr por motivos de seguridad también han desencadenado parrillas muy limitadas, pero las carreras han seguido adelante.
Recuerdo haber sido convocado a la autocaravana de Barry Sheene en Nogaro (Francia) en 1982 para redactar una carta de todos los mejores pilotos dirigidos por Kenny Roberts en la que les decía a los organizadores que se negaban a correr por motivos de seguridad. Quién olvidará la imagen de Eddie Lawson tirando la toalla en Misano, mientras Pier Francesco Chili apostaba por correr y conquistaba el Gran Premio de las Naciones en 1989 cuando los pilotos más destacados se negaron a correr después de un problema de seguridad en la primera carrera.
Tampoco me olvido de Austria 1980. En realidad, nunca llegué a Salzburgring para el Gran Premio inicial de la temporada después de haber sido advertido de que había que cavar para entrar y salir del paddock a causa de la nieve. Hay más casos. Acabábamos de vivir la carrera de MotoGP™ en nuestra primera visita a Indianápolis en 2008, antes de que llegara el huracán que provocó la cancelación de la carrera de 250cc.
He hablado largo y tendido con los espectadores desde cabinas de prensa solitarias con lluvia, niebla e, incluso, la amenaza de rayos que imposibilitan cualquier acción en la pista en lugares como Motegi, Sepang y Qatar, pero siempre, de alguna manera, las carreras se consiguieron celebrar.
En Gran Bretaña tenemos una expresión popular sobre el tiempo conocida como 'el momento de Michael Fish'. En 1987, un conocido presentador del tiempo de la BBC, Michael Fish, dijo a millones de espectadores que no se preocuparan por el tiempo que se avecinaba en el sur de Inglaterra. Esa noche, la zona fue azotada por la mayor tormenta y huracán jamás experimentados en esa zona del planeta y nosotros, los paranoicos británicos, nunca lo hemos olvidado.
Disculpa la expresión, pero estoy seguro de que los relámpagos no caerán dos veces este fin de semana e incluso si lo hicieran, el reasfaltado circuito de Silverstone se las arreglaría ante cualquier eventualidad que los elementos decidan lanzarle.