La potencia sin control no sirve de nada. Es una frase digna de anuncio, sí, pero que tengo muy presente desde mis primeros compases en el universo de las motos. Todos los estilos de pilotaje son respetables y alimentan la competitividad en la élite de nuestro deporte, pero cada piloto tiene sus propios matices y yo siempre he apostado por dedicar un espacio preferente a la precisión. Cuidar los detalles a lomos de la moto puede marcar la diferencia: en cada curva, en cada vuelta y en cada carrera. Se trata de pequeños detalles que, al fin y al cabo, pueden acabar decidiendo un campeonato.
Desde que aterricé en MotoGP™ he sido muy consciente de la máxima exigencia de la categoría para tratar de codearme con los pilotos más rápidos. Con Suzuki conseguí adaptarme y, tras ser Rookie del Año, fui cada vez más rápido hasta lograr firmar una gran segunda temporada. El margen de mejora era importante y cada detalle contaba. Firmar por Yamaha fueron palabras mayores. Un punto de inflexión definitivo en mi carrera. Desde entonces, siempre estoy pensando en cómo puedo ser más rápido con la M1, aunque no ha sido un camino sencillo.
Siempre he intentado fijarme en los mejores y ha sido una gran satisfacción poder pilotar junto a algunos de mis ídolos. Pedrosa, por ejemplo, ha sido una referencia para mi generación cuando todos éramos prácticamente unos críos. Su estilo tan fino ha sido un referente para los pilotos que abogamos por cuidar la precisión al máximo. Y no es el único modelo para mí. No he escondido nunca mi admiración por Rossi. Cuando era pequeño me fijaba muy atentamente en su agresividad sobre la pista. Ahora su estilo ha evolucionado con el paso de las temporadas, lo que acredita su capacidad para reinventarse. Es una referencia importante. Adaptarse a cualquier circunstancia es clave para aspirar a todo. Con una M1 competitiva, ambos podemos tener licencia para soñar.
La victoria de la pasada temporada en Phillip Island fue una liberación. Así lo sentí. Tenía la impresión de que no había podido dar mi cien por cien, que mi mejor versión estaba guardada bajo llave en un cajón. Había que liberarla. Era demasiado tiempo sin ganar y, tras recuperar sensaciones esta pretemporada, quiero ir más allá. He entrenado a fondo en invierno e intento exprimirme al máximo en los test para lograr ser muy preciso sobre la pista. La aceleración y las zonas de frenada son algunos puntos clave a mejorar y me he centrado en trabajar esos aspectos con el equipo, para poder ir al límite con total confianza cuando lleguen las carreras.
Tener buenas sensaciones sobre la moto es imprescindible para poder ser meticuloso en las trazadas. Sepang es un circuito que requiere de una gran precisión, apenas tienes margen de error, y el examen del test oficial resultó muy positivo, tanto en velocidad punta como con el ritmo del 'long run'. Nos ha dado alas tras un año complicado. A mí y a todo el equipo. Con Julito Simón vengo haciendo un gran trabajo en las últimas semanas y con Esteban García también estamos trabajando en la buena dirección. La sintonía es total. Estoy convencido de que con su autoexigencia apuntalaremos esos pequeños detalles que marcan la diferencia. Es solo cuestión de tiempo.