En un fin de semana de celebración y adrenalina pura, lo que queda en mi memoria de Le Mans es una imagen de total desánimo. Con Enea Bastianini lanzado hacia su impresionante tercera victoria de la temporada en un Gran Premio y el récord de 110.000 espectadores deseando que Fabio Quartararo le robara el podio a Aleix Espargaró, las imágenes de televisión pasaron a una salida del pitlane desierta.
Fue un largo paseo, increíblemente emotivo. La diferencia entre el éxito y el fracaso resumida de una forma tan cruel y descarnada. Mientras, a metros de distancia, en el asfalto de Le Mans, varios pilotos luchaban por la gloria, una figura solitaria caminaba hacia el pitlane, cabizbajo con el casco puesto. Por un momento no había otra persona a la vista y tan solo el rugido de los motores de cuatro tiempos y los cánticos franceses te hacían ver que estabas en un circuito. La figura con mono rojo se veía tan pequeña y desamparada en ese largo camino. 'Pecco' Bagnaia no necesitaba que se lo recordaran, no necesitaba que un brazo le rodeara el hombro para decirle que no solo se había estrellado mientras luchaba con Bastianini, sino que había mermado gravemente cualquier posibilidad de alcanzar la gloria en el Campeonato del Mundo. Fue un momento muy conmovedor.
Mientras Bagnaia quedaba tocado, Le Mans se dedicó a festejar durante el día y la noche. Una asistencia récord para el Gran Premio de Francia. No hubo preocupaciones por la ropa interior y las joyas de los pilotos en la que ha sido la preocupación de otras disciplinas de motorsport esta semana. Sin preocuparse por el número de famosos que pudieran desfilar por la parrilla. Bailarines de cancán actuando en primera fila. Conciertos de rock por la noche y un Campeón del Mundo de MotoGP™ para dar la bienvenida a los suyos fue más que suficiente.
Qué fantástico trabajo ha hecho el promotor Claude Michy en Le Mans. Este era el terreno de las carreras de coches de 24 horas de Steve McQueen y, a menudo, no nos sentimos muy bien acogidos por un entorno orientado a las cuatro ruedas. Poco a poco, la afluencia de público ha crecido espoleada por los éxitos en el Campeonato del Mundo de pilotos como Johan Zarco y Quartararo. Se ha hecho un enorme esfuerzo para ofrecer entretenimiento después de las carreras y ha dado sus frutos.
Parece que fue hace mucho tiempo, 40 años, cuando estaba sentado en el motorhome de Barry Sheene en el paddock de Nogaro rodeado de las estrellas de los grandes premios de la época. Me habían pedido que redactara una carta que todos firmaron en la que se negaban a correr en la pista de 3,120 km. Estaban descontentos con la seguridad de la pista y las instalaciones del circuito cercano a Burdeos y no corrieron. El Gran Premio de Francia siguió adelante, pero sin los aspirantes al campeonato. Otros tuvieron que correr a pesar del peligro. Tenían que reunir el dinero suficiente para llegar a la siguiente ronda en el circuito español del Jarama.
Nos encantaba ir al circuito de Paul Ricard, en el sur de Francia, con el sol y el mar. Acogía el Gran Premio de Francia junto con el de Le Mans, al margen de 1992, cuando Magny Cours albergó su único Gran Premio. Recuerdo mi primera visita al legendario circuito de Le Mans en 1983. Era un fin de semana de Pascua muy frío. El tráfico en la circunvalación del Bulevar Periférico de París era espantoso. No había habitaciones de hotel, así que dormí en la parte trasera de la furgoneta de Champion Spark Plugs y celebré una atípica victoria británica cuando Alan Carter se impuso en la carrera de 250cc. También fue un fin de semana que nos recordó a todos que, a pesar de las numerosas mejoras en materia de seguridad, aún queda mucho por hacer. El piloto suizo Michel Frutschi, que un año antes había ganado el Gran Premio de 500cc boicoteado en Nogaro, murió en la carrera de 500cc. Previamente, el piloto japonés Iwao Ishikawa perdió la vida en un accidente en los entrenamientos. Todavía quedaba un largo camino por recorrer.
Le Mans se convirtió en la sede única del Gran Premio de Francia hace 22 años. Incluso entonces, y ciertamente antes en Nogaro, Paul Ricard y Magny Cours, nunca habríamos imaginado las escenas del pasado domingo. Francia está ahora a la altura de países como España e Italia como un gigante de MotoGP™.
La próxima parada para 'Pecco' Bagnaia y Ducati es su Gran Premio de casa, en Mugello. El recuerdo de aquel solitario paseo por Le Mans quedará muy lejos si consigue ganar delante de esa apasionada afición local. Además, haría aún más interesante el Campeonato, que solo ha celebrado un tercio de sus carreras.